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Mil brillos apagados

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A quien leyere


En el ya remoto año ocho del siglo una facultad bonaerense convocó a un certamen de poesía bajo la impetración de Olga Orozco. Un amigo, Luis Pastrana, me anotició. El tiempo es breve, las esperanzas menguan y el plazo para el envío de inéditos llegó a su fin. Pero hubo un segundo llamado; lo supe a través del mismo corresponsal. Nunca había publicado en letras de molde ni ejercía de alumno en taller literario alguno (aunque pasábamos de las drogas a don Luis de Góngora), vivía en un villorrio con su ermita, su yuta, su forraje y era obrero en el gremio de la construcción, es decir, no tenía nada que perder. Envié "Mil brillos apagados" y resultó finalista. Un detalle: el jurado estaba integrado por los premios Cervantes de la lengua Gonzalo Rojas, Antonio Gamoneda y Juan Gelman (más el director de una revista que se imprimía bajo el sello del centro de estudios). 

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A la fecha, el único registro del listado que nomina a los electos mora en un cable debido a la Agencia Nacional de Noticias Télam, replicado por el Diario Río Negro; con tardío escrúpulo cronológico y a efectos de verismo, lo copiamos:

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BUENOS AIRES, (Télam). Una repercusión inusitada —se presentaron 684 libros— ha tenido la convocatoria del Concurso de Poesía “Olga Orozco”, dotado con 9.000 pesos, que está organizado por la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Participan trabajos de México, Suiza, Ecuador, Chile, Suecia, España, Colombia, Alemania, Uruguay, Israel, El Salvador, Venezuela, Estados Unidos, Paraguay, República Dominicana, Perú, Nicaragua, Costa Rica, Gran Bretaña, Honduras, Cuba y Argentina.

 

Los finalistas son los siguientes (se consigna el título de la obra seguido de seudónimo):

“Las edades del laberinto” (Antonio Romano Montalbán), “Cenizas de Alejandría”

(Pascual Santo), “Atrios” (Zoel), “Conejos en la nieve” (Fabricius), “Del viento en la ventana” (s/s), “In Movimento” (C.C. Osei), “Journal” (Nogal de Artemisa), “El monstruo del lago Ness” (Fauno), “Los fronterantes” (Hurón), “Trilogía de la tristeza” (Juana Laura Angeleri), “Memoria de la hierba y otros poemas seguidos de El Minotauro” (Valentina), “Los tiempos que corren” (Arturo Haffner), “Mil brillos apagados” (César Casmo), “Paisaje con sueño” (Daniela Silva) y “Paisaje de invierno” (Martina López).


El libro se publicaría parcialmente en abril de dos mil doce, junto a otros cuatro poemarios inéditos, bajo el título unitario de El límite de la materia. El presente volumen reúne el conjunto de poemas que no se incluyeron en aquella edición; a más de tres lustros de escritos sólo podemos acotar que éramos jóvenes y necesitábamos el dinero; y que no hay pulso más firme que un corazón confundido.

      

 

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